
Desorientación, trastorno del sueño... Los siete signos de demencia en perros
Cuando un perro mayor empieza a comportarse de manera extraña , como quedarse atrapado detrás de un mueble o caminar sin rumbo, algo está ocurriendo. Ese ‘algo’ puede ser la demencia canina, conocida en veterinaria como síndrome de disfunción cognitiva.
Se trata de una patología sin cura, muy similar en sus manifestaciones a la demencia o al alzhéimer en humanos, y que es más frecuente de lo que solemos imaginar. Los estudios estiman que cerca de un 28% de los perros de entre once y doce años la padecen, y que la cifra se dispara hasta el 70% en torno a los quince o dieciséis años. Lo sorprendente es que en algunos casos los síntomas comienzan a los seis u ocho años, pero pasan desapercibidos porque son muy sutiles y progresivos.
El marco DISHAAL
Para orientar el diagnóstico, la profesión veterinaria utiliza el acrónimo DISHAAL por sus siglas en inglés, una herramienta que resume los principales cambios asociados a la demencia canina:
- Desorientación (disorientation)
- Alteraciones en la interacción social (interaction changes)
- Trastornos del sueño y la vigilia (sleep-wake cycle changes)
- Pérdida de hábitos de eliminación (house soiling)
- Variaciones en el nivel de actividad (activity changes)
- Aumento de la ansiedad (anxiety)
- Dificultades de aprendizaje y memoria (learning difficulties/memory loss)
La desorientación suele ser uno de los primeros signos reconocibles cuando el perro se queda mirando fijamente una pared, no encuentra la puerta de salida o parece no reconocer espacios familiares. Los cambios en la interacción también son frecuentes y animales otrora sociables pueden aislarse, o por el contrario, mostrar una dependencia excesiva.
El ciclo de sueño se altera hasta el punto de que muchos perros pasan el día dormidos y la noche inquietos, vagando o lloriqueando, lo que desgasta tanto a ellos como a sus familias. La pérdida de hábitos de higiene es otro síntoma doloroso y de repente, el animal olvida dónde debe hacer sus necesidades. También pueden disminuir su nivel de actividad o, por el contrario, mostrar una agitación inusual, con paseos sin rumbo y repetitivos. La ansiedad se intensifica en situaciones que antes no representaban problema, y la memoria empieza a fallar, no recuerdan órdenes sencillas o rutinas básicas aprendidas en su juventud.
Vivir con un perro con demencia
Detectar estos signos es fundamental para acudir al veterinario y descartar otras causas médicas que puedan estar provocando el mismo cuadro. La demencia canina no tiene cura, pero existen tratamientos farmacológicos, cambios en la dieta y rutinas de estimulación mental que pueden mejorar la calidad de vida del perro y ralentizar el avance de la enfermedad.
La clave está en la observación y quienes conviven con el animal son quienes primero perciben que algo no va bien. Reconocer que los olvidos, las desorientaciones o las alteraciones del sueño no son simples ‘cosas de la edad’ permite dar un paso a tiempo hacia un cuidado adaptado y más compasivo.